Al caer la noche, cuando el trasiego incívico de los coches se toma un respiro, la calle Almonas se convierte en una de las más melancólicas de Córdoba, aunque como cualquier opinión, sobre apreciaciones personales caben todos los gustos. No obstante, ya en los Paseos se señalaba que su primer tramo, entrando por el Realejo, era algo triste, pero que su parte perteneciente al barrio de San Pedro, por el contrario, bullía de gente y actividad. Hoy, por desgracia, el tramo de San Andrés sigue igual que entonces (si no peor) y el de San Pedro no es ni sombra de lo que fue. Y junto a la falta de vida, el silencio inapelable de los tiempos y personas que ya no están, la melancolía se acentúa con esa gran longitud de la calle no acorde con su anchura, lo que trasmite cierta sensación de agobio. Todo ello con una iluminación nocturna dotada de escasos puntos de luz, que pálidamente reflejan las tonalidades algo oscuras, ocres y verdes, de muchas de sus antiguas casas.
Imagen 1. Calle Gutiérrez de los Ríos (Almonas). Fuente: Cordobapedia (http://wikanda.cordobapedia.es/)
… Aspectos subjetivos al margen, lo que nadie puede discutir a esta calle es su personalidad. Tanto que es una de esas a las que la gente reconoce su importancia llamándolas por su nombre de toda la vida, sin reparar en nombres “oficiales” (pobre Gutiérrez de los Ríos) y en este caso sin respetar ni siquiera la fonética del topónimo antiguo, donde quien pronuncie en vez de una “r” la “l” de “Almonas” es visto como un bicho raro o, peor, como un pedante. Pero aparte de la “cabezonería” popular, la importancia que ha tenido la calle puede deducirse del simple hecho de que si no es la más larga, seguramente sea de las primeras en longitud de la Ajerquía, por no decir de todo el Casco Histórico. Y une de norte a sur, como si tal cosa, las dos grandes vías que, en sentido este-oeste, cruzaban (y aún cruzan) la Ajerquía uniéndola con la Villa: el eje Puerta de Plasencia-San Pablo al norte, y al sur el eje Lucano-Puerta Nueva, con el desvío alternativo por Agustín Moreno y Puerta de Baeza. Vías y trazados que, al menos en el primer eje, se remontan incluso a época romana, si no antes.
De todo aquello de lo que se podía contar algo de la calle Almonas, desde las fábricas de jabón que le dieron nombre original, pasando por los duendes, las epidemias, las servidumbres de paso (y de lo que uno puede ilustrarse infinitamente mejor que aquí en los blogs de Puerta de Osario y Notas Cordobesas) voy a tratar aquí de un tema que está siendo habitual en este blog (lo reconozco, algo cansino): los arroyos y alcantarillados antiguos. Y para referirme a los mismos alegraré al amigo La Colina empleando un término que le encanta: “madrevieja”.
Con “madrevieja” (a veces sólo “madre”) se refieren las fuentes históricas de Córdoba a los caños o cauces por los que discurría el agua de lluvia y, que eran aprovechados, de paso, para soltar en ellos las inmundicias de las casas. En algunos casos iban bajo tierra, con lo cual es equivalente en todos los aspectos a los alcantarillados actuales. En otros iban al aire libre y eran meras zanjas hechas expresamente para dirigir las aguas en una cierta dirección. Para facilitar las cosas, siempre y en todos sitios (incluido el foro romano) se aprovechaban los propios arroyos o pequeños cauces estacionales que se iban quedando dentro de la ciudad conforme ésta se expandía. Quizás, no estoy seguro, de ahí venga lo de añadir al término “madre” (=cauce) lo de “vieja”, de que era un “viejo” cauce “natural” abandonado como tal, y que pasaba a ser algo más “urbano” o prosaico como un caño o colector.
Para la Ajerquía, los elementos más citados documentalmente de su red de saneamiento histórica son, por un lado, el arroyo de San Andrés o San Lorenzo (en ocasiones también el Arroyo de la Fuenseca, afluente de éste), y por otro la gran madrevieja que bajando por la calle Almonas iba a desaguar en el Guadalquivir por el Caño de Venceguerra. En ambos coexistían de forma anárquica tramos al aire libre con cubiertos, y los legajos de la época hablan de continuas reparaciones y limpiezas en los mismos. Pero a pesar de estas referencias documentales, creo que la Ajerquía aún necesita de un estudio de nivel similar al que Francisco Azorín hizo magistralmente del alcantarillado de origen árabe (con raíz romana) de la Villa.
Llegando a este punto, es donde comienza las divagaciones de esta entrada del blog, que parten del análisis del Plano de Dionisio Casañal de 1884. En él puede confirmarse lo que es obvio para cualquiera que pasee por la calle Almonas: que la calle sigue, más o menos, las curvas de nivel propias del cauce de un antiguo arroyo. Y es más, que prolongándolo hacia el norte por las calles Huerto de San Andrés y Barberos (hoy Hermanos López Diéguez) este hipotético arroyo enlazaría en la calle de los Álamos (hoy Enrique Redel) con el bien conocido arroyo de San Lorenzo o San Andrés, confluyendo ya aguas arriba como uno solo. Resumiendo, y siguiendo la corriente en sentido opuesto, que es al final de Enrique Redel donde se separarían ambos arroyos: uno seguiría hacia abajo, más o menos recto buscando la calle Almonas y otro se desviaría bruscamente hacia el este buscando el barrio de San Lorenzo, que finalmente dio nombre al arroyo que todos conocemos (Imagen 2).
Imagen 2. Arroyo de San Lorenzo y supuesto arroyo de la calle Almonas según las curvas de nivel.
Imagen 3. Detalle de la zona del supuesto desvío (en rojo cauce resultante del arroyo de San Lorenzo)
¿Es posible entonces que un arroyo, único hasta Enrique Redel, a partir de aquí se dividiera en dos? Sinceramente, sería algo raro, y me parece más plausible que uno fuera el cauce “antiguo” y el otro el resultado de un desvío “artificial”. Y aquí la imaginación es libre. ¿Y si el arroyo que conocemos por de “San Andrés” o “San Lorenzo” hubiese sido el resultado de una modificación a la altura de la calle de los Álamos, con un desvío hacia el este que apartó a un arroyo que entraba en la ciudad por el Colodro de su curso original que seguía Ajerquía abajo por la calle Almonas hasta el Caño de Venceguerra? Ciertamente el giro que en Enrique Redel realiza el arroyo de San Lorenzo para enfilar la calle llamada "Arroyo de San Andrés" es de casi 90º, y recuerda bastante a lo que en el XIX se hizo con el arroyo del Moro cuando se desvió (en este caso hacia el oeste) poco antes de llegar a las Margaritas.
Si esto es así, quedaría por situar la fecha de tal desvío. Las fuentes cristianas, por lo menos desde el siglo XIV, citan ya el arroyo de San Lorenzo transitando por su trazado conocido que seguía hasta la calle que hoy lleva su nombre para seguir luego paralelo a la muralla desde la actual Ronda de Andujar hasta su desembocadura en el Molino de Martos. Por lo que de haber habido un desvío este tuvo que ser anterior a esta fecha. En la próxima entrada, que ésta ya está quedando algo larga, presentaré algunas hipótesis y datos al respecto.